lunes, 22 de marzo de 2010

importado: la infamia de la lluvia

La gente le teme a la lluvia y la considera una prepoteada del clima. De ella se defiende con un paragüas.
Un paragüas es un objeto absurdo e indispensable casi en medidas iguales, como un reloj o un sombrero. Tener un paragüas no es sólo tener una ridícula e ilusoria manera de protegerse de la lluvia; es también tener la responsabilidad de no perderlo u olvidarlo, de cuidar que no se rompa y de aprender el fino arte de domar el viento y caminar por veredas como pasarelas incómodas e ínfimas. Es tan estrecho el vínculo que las personas entablan con su paragüas como inentendible la facilidad con que los abandonan en cualquier esquina cuando consideran que ya no les sirve. La relación de las personas con su paragüas y con el resto de las personas es de una semejanza terrible.

lunes, 15 de marzo de 2010

viejo dilema no resuelto

Imposible discernir cuál era yo entre las dos que miraban, si es que alguna miraba, o era yo o algo que se dejaba caer, gritaba o se rendía.

viernes, 12 de marzo de 2010

violencia (institucional) de género

El legislador del PRO Gerardo Ingaramo presentó un proyecto de ley para evitar acosos o situaciones de abuso en el subte, que consiste en implementar un vagón exclusivo para mujeres en la línea H. Es decir que para el señor legislador, la solución a este tipo de problemática no consiste en la revisión de los fundamentos históricos, sociales y culturales que dan lugar al abuso y la violencia de género y en su posterior tratamiento desde la educación, sino en instaurar una especie de jaula donde amontonar a las mujeres para que los hombres que se sientan tentados de acosarlas por lo menos no puedan echarles las manos encima ­–mientras están adentro, siempre existe el afuera, y las mujeres se tendrán que bajar del subte en algún momento–.

La naturalidad con que Ingaramo justifica el acoso (“El frecuente abarrotamiento de gente en el transporte público, sobre todo en horas pico, contribuye a que los casos de acoso y manoseo se multipliquen", Clarín online, 12/03/2010) desnuda una misoginia tan brutal que roza lo ridículo. Misoginia pasivamente aceptada –cuando no festejada– socialmente por la permanente construcción y circulación de un imaginario femenino estereotipado en todos sus aspectos, aún en aquellos que fueran considerados “terreno ganado” por la mujer frente a los dictados de una sociedad patriarcal (la imagen de la mujer obligada a un éxito equiparable al de los hombres es también una estereotipo de mujer).

La obscena despreocupación del bloque macrista por las cuestiones de género se hace evidente si se recuerda que en marzo de 2008 el gobierno porteño cerró el Observatorio de Violencia de Género implementado durante la gestión de Telerman (cuya función consistía en investigar la magnitud de la violencia de género a fin de desarrollar políticas públicas para su prevención), clausuró los talleres sobre Sexualidad, Género y Derechos Humanos para escuelas primarias, secundarias y formación docente, e intentó incorporar la línea de Asistencia a Víctimas de Violencia Doméstica a una línea de atención de reclamos ordinarios, despojándola de su especificidad y su contenido de género.

jueves, 11 de marzo de 2010

cotidianas

Me despierta una voz familiar. En la espesura de la noche, P. habla dormido. Dice: “Esto es carne de caballo, a la parrilla… mmmuuuy-rica”.

Extraña sensación de quedarme dormida mientras me río.

miércoles, 10 de marzo de 2010

good fortune

Things I once thought
unbelievable
in my life
have all taken place

(P.J. Harvey)


Pensar que esto realmente está pasando es invitar al escalofrío. A uno le venden otra cosa. La lucha, la literatura, el amor como un sufrimiento intangible, insoportable y genuino. Todas las construcciones; uno mismo como una construcción de todo esto y/o por todo esto, productor y producto de todo lo que existe, llega a dudar. Bueno, yo dudé, pero después acuden la inteligencia -antes que el sentido común, tan falso en estos casos- y sobre todo el instinto, y entonces sé que es verdadero, que lo demás no tiene asidero, y el sentido teatral de la vida, la representación falaz de lo que es y lo que debería ser, la hiperrealidad, las máscaras y los panfletos configuran la comedia -ya no tragedia, porque hay un final, y el final es también, mágica, misteriosamente, principio-.

Sé que es real no sólo porque lo siento, sino porque no encuentra fórmula en ningún lado (salvo los cuentos, esos moldes imposibles, ergo, ahora burlados). Raras veces se literaturiza (ahora, por ejemplo, pero porque en ocasiones emana con tanta fuerza que es necesario organizarlo, sobre todo cuando no hay algo físico inmediato; ahora es cuando las palabras le dan parte de su entidad, aunque no sea necesario).

No necesita representación ni intermediario: simplemente es, esa es la mera prueba, su esencia, su verdad mística e incuestionable.

martes, 9 de marzo de 2010

another sad picture

En el subte casi nadie notó su presencia. Era el muchachito insulso y esmirriado que caminaba junto a una joven leve pero terriblemente más alta que él, con esa mezcla de desdén e inseguridad que tienen las falsas divas, siempre buscando una mirada que apruebe o soporte sus pretenciones de clase. Los vi mientras hacían fila para sacar boleto, tiempo muerto que él amenizaba -aprovechaba-, para espanto de su acompañante, con besos y apretones que ella devolvía de mala gana, cuando no corría brutalmente la cara y reprimía con una sórdida ojeada la expresión de becerro de su pretendiente, resultado inobjetable de sus vanos intentos por jugarla de macho digno de llamarse tal.
Caminaron delante mío hasta que los perdí de vista a ellos, y luego me perdí yo misma en el vano e incómodo resabio que me dejaron esos ojos húmedos y suplicantes, ese gesto de derrota irreversible.
Bajé la escalera para hacer la combinación a Callao y lo vi pasar, solo, con una media sonrisa estampada en la cara; indiscernible la felicidad del llanto en esa mueca de perplejidad oscura, trillada e ignorante, los ojos fijos en el sufrimiento o en la duda, repasando mentalmente cada error como una wedding planner en bancarrota.
Pasó por mi lado errante, caminando sin convicción como en una feria. Nadie notó que estaba ahí pero era lo único que yo podía ver en ese momento.

lunes, 8 de marzo de 2010

importado: time is a monster

El despertador no suena, abro los ojos sola y el reloj marca las nueve pero yo sé que no son las nueve, que es apenas más tarde, las nueve y cuarto y estoy absolutamente convencida de ello. Miro el reloj del celular y en efecto, son las nueve y cuarto. El reloj se detiene pero yo sigo su marcha, yo soy el reloj. Me sorprende que haya gente que crea que puede huirle al tiempo. Es simple y aterrador. El tiempo está dentro de uno.

jueves, 4 de marzo de 2010

empatía

Descubrir la hormiguita colorada sobre el empeine del pie y empujarla con el dedo, tratando de que se baje, empujarla con más fuerza y con desmedida torpeza a causa del temor a su picadura y comprobar con horror que el golpe fue demasiado; la hormiguita camina perdida, como saltando, y finalmente se baja pero ahora todo su organismo sucumbe, las patas replegándose como plástico incendiado, toda la hormiguita colorada girado, plegándose sobre sí misma hasta hacerse aún más pequeña, hasta hacerse una bolita roja, ínfima e inerte; repitiéndose en mí el colapso del sistema, incluso sin saber -porque nadie lo sabrá nunca- cómo fueron apagándose cada uno de los órganos hasta convertirse aquella hormiga colorada en un punto indiscriminable del suelo yo sentí aquel organismo flaquear y desmoronarse, el tiempo en la hormiga y en mí es un tiempo distinto. La muerte será en mí inevitablemente más larga, yo entiendo la diferencia entre lo vivo y lo muerto, yo comprendo la responsabilidad y la inocencia, yo tengo recuerdo y por suerte, también, el artilugio del olvido. Si no lo tuviera, mi locura sería el inventario de todas estas pequeñas huellas en la conciencia.