jueves, 30 de marzo de 2006

sí, acepto

BIEN, supongamos que tenemos una pareja, dos personas jóvenes, con un par de hijos bellísimos, una vida buena, bastante cómoda, casi envidiable. Ellos dos son un primor. Al principio, cuando recién se habían casado, lo bien que estaban era el comentario obligado de toda fiesta o reunión familiar, luego, con el tiempo, los empezó a envolver un silencio aprobador y reconfortante, hasta transformarse en un binomio inseparable y en el ejemplo, la envidia y el objetivo de vida de las solteronas de la familia.
Un día, él llega a su casa, se sienta frente a su mujer y le dice que durante todos los años que estuvieron casados, había tenido amoríos con cuanta fémina tuviera al alcance; que - ojo - él la quería a ella, y de hecho estaba muy bien casado, pero que había estado haciendo esto durante años, y se lo contaba porque sentía "la profunda necesidad de sincerarse". A los ojos de cualquiera, nuestro amigo es un verdadero idiota, pero ¿por qué lo hizo?
Aquí surge el gran dilema: ¿es la fidelidad un contrato social o una convicción personal? En las sociedades occidentales organizadas bajo el ala de la Iglesia Católica, parece más importante mantener a toda costa una estructura de pareja monogámica y cerrada que atender los aspectos emocionales de los cónyuges. La aparición de un tercero es tachada indefectiblemente como infidelidad, pero nadie considera infiel a una persona que permanece durante años casada a otra sin ningún interés sentimental. El concepto de pareja está ligado indivisiblemente al de posesión y al acto de amalgamarse con otro hasta borrar al resto de las personas de la faz de la tierra. "Fidelidad" es entonces constancia, restricción, exclusividad; la fidelidad es la garantía del amor: "si está conmigo me quiere, si está con otra es porque no me quiere a mí y entonces estoy siendo engañada, estafada, vapuleada". No hay discusión, no hay marcha atrás, ni tregua ni perdón. La palabra del "infiel" no tiene valor, porque su infidelidad lo ha convertido en un monstruo. La infidelidad aparece más como resultado de las restricciones absurdas y la falta de diálogo de la pareja que como una expresa voluntad de engañar. La noble intención de sincerarse de nuestro muchacho no es suficiente para borrar la aberración de haber tenido otras mujeres, aun cuando el amor por su pareja permanece intacto y es verdadero. Pienso: "Las infidelidades no se cuentan", "las infidelidades nada tienen que ver con el otro, ni con los otros, los de afuera; sólo podemos sernos infieles a nosotros mismos". ¿Quién es más infiel: el que está en pareja y frecuenta a otra gente, pero sigue queriendo a su pareja, o el que jamás le tocó un pelo a otro, pero sigue en pareja por costumbre y sin amor?

martes, 28 de marzo de 2006

bdeh

NO hay caso... no puedo lograr tomarme un café con leche en paz sin que se forme La Nata. La odiosa, babosa, asquerosa nata. No entiendo cómo hay gente a la que no le molesta. ¿Cómo demonios hago para que no se forme? ¿Hay alguna técnica? Odio, odio la nata. Por favor, ayudenme.

(pido disculpas al señor Lanata por si llego a herir su sensibilidad. No es nada personal)

sábado, 25 de marzo de 2006

lost in translation

UNO de mis contactos de msn tiene en su nick una frasecita que dice: Richard for the sunrise! Ricardo por el sol de arroz! No importa lo que significa; el punto es que me hizo acordar de lo mucho que me molesta lo siguiente: que la gente se empecine en traducir cosas sin tener recursos suficientes.
Por ejemplo, ya es prácticamente imposible que la gente no se refiera al disco de The Beatles "Please please me" como "Por favor por favor yo" lo cual no sólo carece absolutamente de sentido, si no que anula el juego de palabras que surge de utilizar las dos acepciones semánticas de la forma "please", (por favor y complacer). El disco se titula "Por favor compláceme", y no "Por favor por favor yo", aunque personalmente preferiría dejarlo simplemente como Please please me.
Hace unos años, escuchando por la radio el tema "Peaches", de Presidents of the United States of America, cuyo estribillo dice "millions of peaches, peaches for me /millions of peaches, peaches for free", la locutora tradujo con total impunidad la frase "peaches for free" como "duraznos para la libertad". Indignación total. Aneurisma cerebral. ¡¿En qué demonios estaba pensando esa mujer?! ¡Duraznos para la libertad, dios mío!
Estas son traducciones cuyo objeto es guíar a los que no hablan el idioma para que comprendan más o menos el sentido de lo que escuchan. De manera que la gente que no sabe inglés debe estar pensando que Los Beatles eran unos imbéciles, y que "Peaches" no hace más que repetir hasta el infinito una sarta de idioteces lisérgicas.
Y también están las traducciones que alteran la frase original para darle al producto un mayor impacto en el mercado. Pasa todo el tiempo con las películas; a veces son modificaciones sutiles que no pesan en el contenido de la obra (por ejemplo de Edward Scissorhands a El joven manos de tijera). Pero otras veces son auténtica basura. Es lo que sucedió con la película Dead man walking (Susan Sarandon - Sean Penn) "Dead man walking" es lo que dice el juez al dar el martillazo que cierra el juicio en el que se ha condenado a muerte a alguien, y la frase con la que se le indica al condenado que se retire del recinto. Significa algo así como "muerto caminante (que camina)", pero sobre todo, significa que esa persona está desde ese momento muerta para la ley; es, en efecto, un muerto que todavía camina: el juez le ordena al muerto que se levante y se retire. En Argentina la película se tituló... "Mientras estés conmigo". Y así titulada, le borraron el sentido político a la película y le otorgaron uno nuevo, el de historia sensiblera para cuarentonas sin marido. Es injusto.

jueves, 23 de marzo de 2006

mantenga su derecha

SI la gente tuviera un poquito de sentido común y aplicara algunas reglas básicas de tránsito para circular por las veredas, caminar por esta ciudad infernal sería mucho más sencillo. Generalmente se piensa que como por la vereda no pasan autos, uno puede hacer ahí arriba lo que se le dé la gana, cuando en realidad la vereda es un espacio de circulación tan fluida como la de la calle. Y a veces uno va embaladísmo, porque está apurado o porque camina rápido por naturaleza, y siempre algún nabo que viene de frente se tira a pasarnos por su izquierda. Mal. Colapso. ¿Tan difícil es?
Mantengan su derecha, van a ver que se ganan muchas menos puteadas que de costumbre.

lunes, 20 de marzo de 2006

la ciudad de la marmota

LO que más me llamó la atención de Mar del Plata es esa manía que tiene la ciudad de repetirse a sí misma. Uno parece estar caminando la misma cuadra permanentemente: Heladería Italia, Pakistan Shop, Sacoa; cruza la calle y en la cuadra siguiente Heladería Italia, Pakistan Shop, Sacoa; da vuelta a la esquina, Pakistan Shop, enfrente Sacoa, y en la otra cuadra otra Heladería Italia. Y así siempre. Pero es una ciudad linda, extraña; oscura a pesar de estar llena de sol. Una postal y un infierno, por donde se la mire.

miércoles, 15 de marzo de 2006

harta de lo pibes

EL término "blumberista" es uno de mis favoritos. Se puede usar para muchas cosas, pero generalmente se aplica a una fracción de la sociedad y a su ideología, que se fue forjando durante el menemismo y que hoy se pone en evidencia con más fuerza, ahora que se les secó el oasis de la convertibilidad. En los últimos años y con la sociedad vuelta un caos, el blumberista aparece por todas partes, y como tiene el visto bueno de cualquier medio que responda a una línea ideológica oficialista, se ha erigido como el triste estandarte de la opinión pública y el sentido común. El blumberista quiere a Chabán y a Callejeros presos, quiere mano dura en la provincia y poderes especiales para la Federal, quiere endurecer las penas carcelarias y bajar el límite de penalización a dieciséis años y está en contra del aborto y de la educación sexual en los colegios, pero cuando se le pregunta por qué se limita únicamente a decir que le parecen "una barbaridad". El blumberista piensa que los piqueteros son una plaga enviada por Dios para evitar que ellos lleguen a horario al trabajo o a tiempo a su casa antes de que termine Telenoche. Siempre que haya un corte de calle y una cámara de Canal 13 ó 9 cerca, habrá, junto al enviado del canal, tres o cuatro blumberistas dispuestos a dejar en claro que ellos son gente honesta que quiere trabajar pero "esta gente" (los piqueteros) atropella sus derechos civiles y no los dejan.
El blumberista dice cosas como "nosotros perdimos a nuestros hijos, que no tiene comparación con perder a una hermana, o un amigo, o un primo, o cualquier otro pariente" o "Querido, yo perdí a mi hijo; vos perdiste a tu novia, pero te podés conseguir otra cuando quieras". Martirizan a las víctimas al extremo y las transforman en estandartes de la búsqueda de justicia, pero no se detienen a pensar que fueron sus hijos quienes consideraron que prender fuegos artificiales en un boliche y tirar a un bebé de meses en un baño mugriento para ver una banda de rock estaba bien, y que ese criterio deforme es fruto de la educación que les dieron ellos. Entonces empapelan la ciudad con lúgubres afiches: "CHABAN: IGNORAR LA CONSTITUCION, MATA".
Ojo: Yo no justifico a la banda, muchísimo menos a Chabán y ni hablar del Gobierno o de los Organismos Reguladores. Y también imagino que perder un hijo deber ser lo más terrible que puede pasarle a alguien. Pero no comparto la idea de la "culpa" ni de los "culpables", me parece mucho más productiva la idea de "responsabilidades". En este tipo de cuestiones, se suele mirar todo desde atrás, todo al revés, cuando el principio de las cosas está en la conciencia, en la inteligencia y en el sentido común.
La ignorancia de "Los Pibes de Cromagnón" empezó a matarlos, del resto se ocuparon los de siempre.

domingo, 12 de marzo de 2006

hello kitty

PASO con él más tiempo que con cualquier persona. No voy a decir que me entiende ni que me quiere, porque sería una mentira...


Él, encerrado conmigo en un departamento de dos ambientes, desarrolló una personalidad tan similar a la mía que hasta me da un poco de miedo. Por eso, a veces, se desatan pequeñas guerras, que son en realidad guerras conmigo misma.


A veces pienso: "es él o yo", porque la convivencia se torna insoportable, los espacios se entremezclan y los roles se confunden. Con un dejo de espanto, me doy cuenta de que así sucede con todos los hombres en mi vida, y entonces caigo en la cuenta de que siempre va a ganar él.




lunes, 6 de marzo de 2006

perfect weather

ME siento bien. Como cuando un reloj señala la hora exacta, como cuando se comprende algo en crudo, sin palabras, con la brutal embestida del más genuino y acabado de los entendimientos, como cuando se percibe que cada cosa está en el lugar que le corresponde.
Es raro, rarísimo que yo me sienta así.
Que dure — me deseo — sabiendo que no depende de nadie más que de mí misma.

viernes, 3 de marzo de 2006

post

LLUEVE.
Nunca voy a entender a la gente que se cubre la cabeza con un diario o con una cartera. ¿Acaso se van a derretir si se mojan? ¿Un diario o una cartera evitan que se mojen? No sé. Y después, la gente que usa mal el paragüas. Los que lo llevan demasiado abajo (las viejas), los que usan un paragüas demasiado grande por veredas demasiado angostas, los que se obstinan en usar paragüas cuando hay viento o cuando apenas si cae una garúa finita. Cuando el paragüas se rompe, la gente no lo lleva hasta a su casa para tirarlo, ni siquiera lo tira en un tacho de basura público, no. Lo deja en la vereda, a un costado o en el medio, abandonado, desarmado y a merced de los perros y los buitres (?) Siempre me dio tristeza que la gente abandone el paragüas así. Debe ser porque uno tiende a establecer un vínculo muy especial con su paragüas. Recordemos lo terrible de la situación de olvidarse el paragüas en algún lado. Yo por eso no uso. En realidad, creo que no uso porque mi mamá, que le tiene miedo a la lluvia, me perseguía (literalmente) con un paragüas cada vez que llovía y yo tenía que ir al colegio, o a la facultad o a donde sea, bajo amenaza de represalias si me lo olvidaba. De ahí debe venir mi perruno miedo a los truenos, y los sueños recurrentes en los que me cae un rayo.
Más allá de todo, siempre, desde muy chiquita me dio impresión que cayera agua del cielo.