sábado, 25 de junio de 2005

.la juventud está perdida

VENÍA caminando por la calle a las tres y media de la mañana, cuando, por la vereda de enfrente diviso un grupito de adolescentes en indisimulable estado de ebriedad. De repente escucho un "¡morocha, con vos me caso!" y veo que uno de los niños cruza la Avenida Scalabrini Ortiz, secundado por su fiel patiño, y me regala un ramo de rosas. Acto seguido, me saluda y se retira raudamente por donde vino. 0_o

lunes, 20 de junio de 2005

.boludísima satelital

ESTABA mirando Tom & Jerry con mi hermanito por Telecreativa, un canal de Lanús, cuando de pronto comenzó un programejo de esos que hacen por hobby algunas minas porque se los pagan sus maridos para sacárselas de encima y poder ir a la cancha en paz. Entonces empieza a hablar esta pibita que conducía, que no sé ni quién era, diciendo que "el programa de hoy va a estar casi todo dedicado al día del padre, ¿eh?"; e inmediatamente después acota: "así que si no sabés qué regalarle a tu marido..." Jua! Nos estuvimos riendo como quince minutos, pero después me quedé pensando... qué raro es que todavía haya mujeres que organicen la realidad en esos términos, un padre ha de ser marido, y un marido será indefectiblemente un padre. Y no sé por qué, pero me hizo acordar a la abuela de mi prima, que, obsesionada con que me case lo más rápido que pueda (y con un médico, preferentemente) cuando se despedía de mí, en lugar de decirme "chau, hasta luego" , me decía siempre "chau, nena, buen novio"...

Jaja, que grosa... :p

domingo, 19 de junio de 2005

.the time machine

SI alguien venía y me decía que hoy, 19 de junio del 2005, yo iba a poder afirmar "sí, pebete, yo ví a Suéter en vivo" probablemente lo hubiera mandado a cagar. Pero ha sucedido... 0_o
Suéter, ¿se acuerdan? "Vía Méjico", "Extraño ser". La bandita de hippies de principios de los '80 que La Mega desempolvó en su frenesí nacionalista. Están todos arruinados, pero así y todo, Miguel Zavaleta es un groso y me hizo mear de risa.

P.D.: Ahora que me acuerdo, también me dí el "lujo" de ver a César "Banana" Pueyrredón... pero juro que no pude hacer nada para evitarlo.

jueves, 16 de junio de 2005

.señor colectivero de la línea 152

EL hecho de que su parada sea también parada de otras líneas de colectivos no lo autoriza bajo nengón ponto de vesta a seguir de largo sólo por la imposibilidad de no poder arrimar su coche al cordón.
No sea choto. No induzca a pobres transeúntes como yo a la criminalidad desenfrenada. No me obligue a soportar los reclamos estériles de las ofuscadísimas viejas. No me haga llegar tarde a donde me dirijo. Contribuya a la mejora de la interacción social entre el prójimo, ¿eh?

jueves, 9 de junio de 2005

.el anti-punk

ENTRO al consultorio de la dermatóloga, una mujer grande. Le digo lo que me pasa, una alergia a la altura de donde roza el borde del cinturón.
— Esto es un eczema- dice, - puede ser por el botón de algún pantalón...
— Pero uso pantalones de tiro bien bajo, no llegan hasta ahí... y los cinturones de tachas...
— Ah, no no no. El material de las tachas es terrible, seguro que es eso lo que te produce la alergia. Y una vez que la piel hace el eczema, no hay vuelta atrás, ya generó la reacción a eso. Esto hay que tratarlo, yo te voy a dar algo para que te pongas pero...
OLVIDATE DEL METAL...

¿Olvidarme del metal?...

Señora:
ESO NUNCA

lunes, 6 de junio de 2005

.autosugestión

A las seis de la mañana tenía que estar en el Hospital Fernández. Ya desde que llegué, a medida que iba por los pasillos hacia los Consultorios Externos, el olor del alcohol mezclado con lo que sea que usen para desinfectar los pisos me envolvía en un estado de somnoliencia espantoso. Tenía hambre, sueño, frío, miedo y ansiedad. En la fila había algo así como diez personas delante mío. Esperar mi turno fue un calvario. Todos hacían comentarios escabrosos sobre experienecias en hospitales. Había un boludo atrás mío que no dejaba de repasar la cartografía de sus venas y de señalar todos los lugares donde lo habían pinchado y se le había infectado. La idiota que estaba con él contaba que como tenía púrpura de Schonlein Henoch, la iban a tener que pinchar en la mano. Yo estaba cada vez más amarilla, más mareada y más ansiosa. Cuando faltaban cuatro personas para entrar, empezé a sentir que me quemaba el brazo izquierdo y no podía mover las piernas. Todavía estaba bien, pero empezaba a tener signos de hiperventilación y hacía un esfuerzo terrible por regular la frecuencia cardíaca. Cuando me llamaron, llegué zigzagueando al consultorio y me desplomé en un banquito frente a la mesa del enfermero, que era igual a Papá Pitufo, apantallándome como una desquiciada. "Sí, hace calor", me dice Pitufo, tratando de darme charla. "No, es que a mí esto me da mucha impresión" le digo. "Aaaahhhh", dice el viejo. Me pone el torniquete y me dice que apriete bien fuerte la mano. Yo tenía la fuerza de una babosa con sal. Cerré los ojos y esperé a que termine. Me levanté como borracha y escuché como desde lejos a Papá Pitufo decirme algo "sobre los valientes" (?) Salí y me senté, y cinco minutos después, lo de siempre: se me nubló todo, la mitad izquierda del cuepo inmovilizada, puntitos luminosos por todos lados y un silbido atroz en los oídos; la gente con cara de catástrofe inminente pero sin mover un dedo. Por suerte estaba Marcos, un compañero de laburo, que me sacó de la sala de espera y me trajo hasta mi casa, café y alfajor restauradores de por medio.
Son las tres de la tarde y todavía no puedo extender completamente el brazo, me duele todo el cuerpo y sigo mareada.


Que lo parió.