martes, 22 de agosto de 2006

LA descarriada obsesión que las depiladoras tienen por la maternidad y los niños es, en realidad, un desesperado intento por expiar la culpa que les genera practicar el oficio que más se asemeja a una sesión de tortura.
Sólo así se explica la morbosa fascinación que el más mínimo detalle de la gestación de un feto produce en estas abominables criaturas, capaces de charlar con total naturalidad acerca de cualquier estupidez mientras recubren a sus clientas con cera hirviendo.
Encerrada en un gabinete de depilación, se pueden escuchar infinidad de diálogos que dejan en evidencia la naturaleza mental de estas matronas siniestras y castradoras.

(entra una embarazada)

— ¡¡¡Ayyyyy, mirá esa panza!!! ¡¡¡Qué divinaaaaaaaa!!!
— Sí, ya está grande...
— ¡¡¡No, pero si es enorme, no lo puedo creer!!!
— Sí, es que son dos...
— ¡¡¡AAAAAAHHHH; QUE AMOOOOORR!!!! ¡¡¡MELLIZOS!!! ¿Y ya sabés lo que son?
— Ehm... sí, son dos nenas...
— ¡¡¡Dos nenas!!! ¡¡¡ Qué divinaaaas!!! ¿Y estás contenta?
— Ssssí... yo quería varones, pero bueh...
— ¡Ay, no, nena! Las nenas son mucho mejores que los varones. Las nenas son tuyas, siempre, ¿entendés?
La nena es de la mamá, al varón se lo lleva otra...

lunes, 14 de agosto de 2006

A vos, que entrás y no respondés el saludo; es más, ni mirás a quien te saluda, y seguís caminando, mirando todo con cara de suficiencia, hablando a los gritos como un mono araña. Que le pusiste a tus hijas Josefina y Pili, dos engendros horripilantes que compran la simpatía de sus amigas arrasando como hienas las liquidaciones de Akiabara, que usan esos zapatitos horribles y hablan comiéndose las eses como el más abyecto camionero. Que comparás todo lo que ves con lo que viste y compraste cuando te fuiste a Miami en los noventa, que te hiciste una casa en Cariló, que tenés más celulares que amigos, que sufrís por tanta grasada en este mundo. Enterate: «lo grasa» sos vos.