sábado, 16 de julio de 2005

.vacaciones de invierno

LA gente está mal de la cabeza. Quieren reivindicarse como padres en las dos semanas que duran las vacaciones, y cuando algo les sale mal les da un brote psicótico. O quizá la psicótica soy yo, porque hay situaciones que a mí me resultan absolutamente lógicas y comprensibles, pero al resto de las personas les resultan un atropello a los derechos humanos.

En la cola del puestito de Ticketek:

señora: hola, vengo a cambiar esta entrada de Barney para otro día.
chica de Ticketek: no, pero no me queda nada...
señora: ¡¡¿¿cómo que no te queda nada??!!
chica: no, señora, está todo vendido...
vieja: ¡¿TODO?! ¡Pero si agregaron funciones!
chica: sí, pero se agotaron...
boluda: ¡pero yo no puedo ir, tengo que cambiarla! ¡¿Qué hago ahora con esta entrada?!
chica: (y, se la puede meter en el orto, por ejemplo...) no sé, señora...
histérica: tengo una nena de un año y dos meses, ¿no hay lugar?
chica: es lo mismo, no tengo lugar...
imbécil: ¿¡pero no me podés dar un lugar?!
chica: no... está todo lleno, no HAY más lugar, se-ño-ra...

A ver: ¿tánto cuesta entender que cuando no hay lugar NO HAY LUGAR? Lo mismo pasa en el tren, en el subte, en el cine, en los restaurantes, en los boliches. Después les dan una ubicación parados arriba del matafuego al costado de la puerta de emergencia y se quejan porque no ven bien...
Y otra cosa: ¿tánto quilombo para llevar a ver a Barney a una nena de un año, que no entiende una mierda de nada y se va a poner a llorar en cuanto el bicho ponga un pie en el escenario, obligándola a irse? ¿Por qué no la lleva a una plaza, que ahí
SÍ VA A TENER LUGAR?