lunes, 8 de mayo de 2006

SENTADA en la sala de espera de la Clínica Veterinaria Central, con la jaulita del gato sobre las piernas, el gato dentro de la jaulita, una aguja de coser dentro del gato y una orden de Rayos X en la mano. Suena el teléfono de la recepción, atiende una enfermera:

- (...)
- sí, señora, no se preocupe, nosotros...
- (!!!!!)
- bueno, pero cuando sepamos algo o el perrito evolucione la llam...
- (@%/!$*·$%!!!!)
- sí, sí... bueno, quédese tranquila, nostros la llamamos. Sí. Hasta luego.

Aparece un veterinario, la enfermera le comenta: "¿sabés quién era la del teléfono? La señora (algo)... la del perrito que está internado por (no sé qué cosa) Dice que por favor le avisemos cómo va el animal, que ella quiere estar al tanto... que ya se le murió uno por nuestra culpa y no quiere que se le muera otro..."

Me emocionaron el tacto y la sutileza de la mujer.
Imbécil.