NO soy capaz de levantarme con tiempo para llegar a una hora decente a donde sea que tenga que ir, pero hoy me levanté a las ocho de la mañana para encerrarme en un barsucho de San Telmo a mirar el partido rodeada de cuarentones con delirios de director técnico, y después irme a laburar. Era la única mina en el bar. Me trataron como si fuera la princesa de Holanda. Las mujeres deberían aprender a disfrutar del fútbol y de lo que genera en los tipos y dejarse de romper las pelotas un poco.