martes, 10 de julio de 2007

Me asfixia el juego de las coincidencias, porque además no creo que coincidir sea compartir. Entonces necesito esa diferencia, ese plus, esa cuota de novedad y de sorpresa (no, de fascinación); y también de desinterés, por supuesto. El espacio para que la cotidianeidad se vuelva lo suficientemente asombrosa y extraña.
Y que esté cerca.
Y que me quiera.
Ah.
Qué viva.