COMO mi amigo Manny se fue de vacaciones, me pidió si podía atender la disquería hasta el 1º de febrero. ¡Pero claro que sí! No hay trabajo mejor para mí que atender una disquería de punk rock, garage y música surf, acovachada en una galería de ropa, música y tatoos en San Isidro.
Se imaginarán mi cara cuando, hoy, en medio de la desolación de la tarde, un niño entró al local e intentó venderme a toda costa UN ENANO DE YESO.
No sé, saquen sus conclusiones. ¬¬
UN señor habla por su celular en el bondi. Se deduce por su conversación, que posee un alto cargo en una empresa. Dice:
— (...) no sé, a mí me dijo eso, creele, no creele...
Pienso en esa frase desde que la escuché. La gente habla tan mal que ya no sé si está bien o mal dicho...
HE aquí el destornillador Phillips con el que triunfé en la batalla contra la mesita de computación y su estúpido planito explicativo.
Ahora sólo resta esperar que no se desplome estrepitosamente, y que no se la coma el gato. Agradecimientos especiales a Rege por el apoyo logístico al loco loco ritmo de Funpipol. ^_^
Y también, para que no se pongan a llorar, pongo esta foto del enano de Gurruchaga y Gorriti, acá a unas cuadras de mi casa. Están cerca, tengo miedo.
BIEN, estas vacaciones, además de tomar el poco sol que hubo y andar a caballo de vuelta, después de quince años de no ver ni de cerca un equino, nos dedicamos, yo y mi fiel cadete Stimpy a fotografiar enanos de jardín. Sí, enanos de cemento, enanos kitsch, enanos feos y siniestros. Todo el Partido de la Costa está lleno de enanos; habitan en los jardines de gente que mayoritariamente vive en zona sur; Escalada, Lanús, Banfield, que también abundan en enanos. Bueno, son horribles, pero algo me llama la atención en ellos, algo que impide que los odie y les entre a martillazos a riesgo de ir detenida por daños a la propiedad de terceros. Aquí el fruto de nuestras exhaustivas expediciones...
Enana de jardín en una casa de Mar del Tuyú
Una pareja de enanos se oculta entre las malezas con maquiavélicos propósitos.
Colección de enanos en Santa Teresita.
Un Pinoccio trata de pasar desapercibido en Mar del Tuyú.
Por supuesto que tengo muchas más fotos, pero me las reservo para más adelante. Pueden votar a su enano favorito. Quien me diga por qué demonios la gente decora su casa con algo tan feo, se lleva un enano para pintar.
HOY me pasó de vuelta algo muy raro que me viene ocurriendo desde hace rato, inclusive en mi casa. Voy caminando por la calle y de pronto siento que alguien me agarra de la ropa o de un brazo, como para frenarme, y cuando me doy vuelta no tengo a nadie a cuatro metros a la redonda. Hoy me pasó que me tiraron de la presilla de atrás de la pollera, la que se usa para pasar el cinturón, específicamente. Me di vuelta lista para romper dientes, con toda la furia, pero lo único que tenía detrás mío era un semáforo. No había gente en la vereda a varios metros a mi alrededor. Por supuesto, lo que en principio fue un estado de indignación absoluta se transformó en una sensación muy incómoda, muy similar a mi miedo perruno a los relámpagos y a la pirotecnia. Si alguno de ustedes conoce la explicación lógica para este fenómeno, me gustaría que me la diga; de lo contrario voy a empezar a pensar que ELLOS me quieren llevar.
APARTE otra cosa (como decía Chilavert cuando estaba a punto de arruinar a alguien): odio las computadoras, y odio Internet. Las odio, transforman a la gente en idiotas. Y sí, yo soy una idiota, y una idiota de la pc; todo el día mirando el monitor estático, como si fuera a pasar algo, no sé, como si lo que pudiera pasar fuera capaz de provenir de ese monitor. Basta. Muy poco me dio Internet y me sacó demasiado como para que el balance sea bueno, dado que me robó lo más escencial que puedo tener: la voluntad de hacer cosas, por un lado, y la posibilidad de recordar qué hacía de mi vida cuando no tenía Internet.
PERO para librarme de todos los males de los villanos de la Red (?) me voy unos días a la playa, a surfear sobre las olas en una ballenita inflable y a hacer las cosas que la gente hace en las vacaciones, como por ejemplo jugar al tejo, hacer cola en los locutorios y esperar cuatro horas parado delante de una mesa de restaurant hasta que el tipo que está comiendo termine, pague y se vaya.
VANOS fueron los esfuerzos por lograr que nuestro globo de año nuevo se elevara triunfalmente por los aires; pero no, su destino era terminar como el Hindenburg, prendiéndose fuego de manera siniestra, ante la mirada azorada de algunos niños y la frustración de todos los adultos. Aquí hay un testimonio gráfico de su fugaz travesía, lástima que debido a algunas presencias interdimensionales del más allá no se ve demasiado bien:
Igual yo ya estoy acostumbrada a que el globo no suba. Cuac. (¬¬)
