martes, 23 de agosto de 2005

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ESTUVE todo el lunes con fiebre. Yo nunca me enfermo, nunca me rompí nada, lo más grave que tuve fue mononucleosis y todavía no se sabía lo que era; ahora está de moda y los chetos se contagian mononucleosis entre ellos para tener onda, igual que los forritos que se creen re locos y se juntan a hiperventilar hasta desmayarse.
El punto es que el lunes la temperatura me subió hasta 39º, y mientras trataba de dormir me dí cuenta de que, en ese estado, me resultaba muy fácil recordar ciertas cosas que en un estado normal me es muy difícil evocar. Y además, no sólo podía recordar absolutamente todo lo que quisiera sin el menor esfuerzo, sino que también podía organizar esa información de las maneras más extrañas sin que las barreras lógicas del tiempo y el sentido común se interpusieran. Para cuando me dí cuenta del potencial creativo de mi estado febril ya estaba al borde de la sobredosis de aspirinas y no pude hacer nada con eso.
Otro complot de los laboratorios para que desaparezcan los genios creativos de la faz de la tierra. Pero ya van a ver...