la pena
Hoy Santoro volvió a hacer uno de sus chistes.
Él hace chistes todo el tiempo acerca de todo lo que pasa, sólo que usa elementos, palabras y construcciones tan anticuadas que no deja de caer en el ridículo.
Esta vez quiso representar irónicamente a alguien muy ocupado, pero la lista de actividades que se le ocurrió fue tan lamentable, que sólo consiguió pintarse a sí mismo como un miserable.
Su séquito de tristes personajes le festejó la gracia con carcajadas desmedidas.
A veces, mientras habla buscando compulsivamente la aprobación del público, me mira fugazmente, y la pena que siento pesa tanto que me obliga a desviarle inmediatamente la vista.