En mi sueño, CH. –que no era exactamente CH.– estaba muy contento de vernos, y después de alabarme con cordialidad y entusiasmo, le dijo a P.: "y viste, vos que decías que no se te iba a dar". Y P. se rió con una risa pícara y aniñada, como sabiendo que en realidad no había chance de que no se le dé, que cómo no se le iba a dar, con toda esa hermosura desparramada en el cuerpo (aunque esto lo pensé yo, en el sueño; P. simplemente se reía).
Luego, hablando con P. sobre aquel sueño, me dijo que eso, a grandes rasgos, verdaderamente había sucedido, y que yo había construido mentalmente una realidad pasada que en los hechos desconocía.
Pensé en todo lo que alguna vez llegué a saber a través de ese mismo proceso, y lo insólito de habernos conocido cobró una mágica naturalidad.