ME incluyeron en la cadena de neuróticos, así que tengo que nombrar cinco manías que me sean propias:
1. No puede haber ningún placard, mueble, armario o cajón abierto en la habitación en la que yo me encuentre, y muchísimo menos si mi intención es dormir en esa habitación. Todo lo que eventualmente pueda abrirse deberá estar cerrado, y si es con llave, mejor.
2. No puedo servirme ensalada en el plato, junto con el resto de las cosas que estoy comiendo. O como desde la ensaladera (sé que hay gente que considera esto una falta de educación, pero se pueden curtir), o no como nada.
3. No puedo escribir ni dibujar si alguien me está mirando. Todo trazo que salga de mi mano se interrumpirá en el acto si alguien observa cómo lo dibujo, y, de no ser posible interrumpirlo, se transformará en un mamarracho ininteligible.
4. No soporto ver un bichito haciendo esfuerzos por darse vuelta. Si me cruzo con una polilla, cucaracha, escarabajo, mariposa o lo que sea que esté vivo y luchando por volverse sobre sus patas, lo doy vuelta y hasta que no constato que puede caminar normalmente no me voy. Esto corre inclusive si el afectado es una araña, bicho al que detesto profundamente.
5. No puedo ver venir al tren o al subte. Cuando cualquiera de los dos asoma todavía lejos del andén, me refugio detrás de lo primero que encuentro (puesto de diarios y/o panchos, máquina expendedora de gaseosas o golosinas, columnas, bancos, gente) y si no hay nada donde esconderse simplemente me pongo de espaldas a las vías y simulo leer un cartel o los grafittis de las paredes. Este miedo compulsivo e idiota a las máquinas con vagones se extingue si estoy acompañada.
No conozco más gente, que la siga al que le dé la gana.